BIOGRAFÍA ENRIQUE OLIVA LARA.
Nacido hace ochenta y seis años en Perú, y desde 1986 residente en la isla española de Gran Canaria, Lara vivió unos años en México, donde se formó como muralista con David Alfaro Siqueiros. Heredero del movimiento muralista mexicano y el indigenismo peruano que surgió en los años 20 y se extendió hasta los 40 del pasado siglo XX.
A pesar de haber pasado más de la mitad de su vida fuera de Perú (entre otros estudios investigó en Japón técnicas que aplica en la realización de sus pinturas), Lara mantiene una estrecha relación con sus raíces y las tradiciones de la cultura peruana. Según su visión, las formas del arte de las culturas precolombinas anteriores a la conquista española están vigentes, y son una fuente directa de inspiración para sus obras. No claudicó de su cultura peruana y acaso la distancia acentuó la necesidad de evocarla en su voluntario desarraigo.
Su obra se inscribe en el marco del indigenismo, un movimiento cultural surgido en Perú en los años ‘20 y ’30 del siglo pasado, impulsado por figuras como el escritor José María Arguedas y el pintor José Sabogal. El indigenismo fue expresión de una surgente clase media que buscaba definir su identidad ante los modelos culturales europeos entonces vigentes en América Latina. La estrecha relación de la pintura de Lara con el imaginario precolombino e indígena contemporáneo es evidente en los títulos de las series en las que el pintor agrupa sus obras, así como en la elección de los motivos.
Los idiomas autóctonos peruanos han dado nombre a series como Mamakuna (Mamá), Rawa (Fuego ardiente) y Machuyaku (Mar grande), así como a obras individuales como Ylla Kusi (Ventura), Challwa (Pez) y Tumi (cuchillo ceremonial de las culturas prehispánicas). Otras series son tituladas en castellano, entre ellas Cerámicas, Mar profundo, Andinos y Ancestros, aunque su contenido también muestra una estrecha relación con el pasado.
Las obras de Lara pueden agruparse en dos vertientes. En una los motivos tienen un carácter netamente figurativo, como es el caso de las figuras de las series Mamakuna y Cerámicas. En la primera se ven figuras femeninas con sombreros, ponchos y anchas polleras, prendas típicas de la población indígena. En la segunda serie el artista pintó piezas de cerámica cuyos motivos están relacionados a piezas de los tiempos precolombinos.
La segunda vertiente de la obra tiene un carácter menos figurativo, con elementos geométricos que despiertan asociaciones con animales, mezcla de pájaros y peces, y elementos como el agua y el fuego. En otros casos, como en Tumi, la estructura de la composición se basa en líneas verticales y horizontales. La paleta es de colores intensos, con fuerte presencia de rojos, azules y amarillos. Algunos ejemplos son las mencionadas Ylla Kusi, Challwa y Mar profundo. Lara ha dicho: “Mi arte es colorista, el mundo necesita color y alegría y yo no soy gris, cuando veo gris, le pongo rojo y amarillo, para que sea alegre. Los artistas precolombinos solo pensaban en el color”.
En ocasión de celebrar el 190º aniversario de la independencia de Perú, la embajada peruana invitó a Oliva Lara para exhibir sus trabajos en el Museo Zorrilla. Son pinturas realizadas en técnica mixta sobre cartulina en los últimos años, formato pequeño (33 x 24, 38 x 53) para facilitar su traslado acompañando al artista viajero.
Lara ha estado varias veces en Montevideo (en la que sus lugares preferidos son el Centro, el Barrio Sur y la Ciudad Vieja), ya que realiza frecuentes visitas a Argentina y otros de los países de nuestra región. El pintor recuerda que estando en el Café San Rafael se encontró con Mario Benedetti (a quién había conocido en La Habana poco antes), y decidieron hacer un trueque de sus respectivas obras. Benedetti regaló varios de sus libros a Lara, lo que éste retribuyó con dos pinturas. En cuanto a los libros, el pintor reconoce que “Después de leerlos los fui regalando”.